Vas caminando por una tienda departamental y entre dos muebles llenos de suéteres te topas un espejo. No pierdes la oportunidad de hacer un chequeo rápido de tu apariencia general y de paso sonríes para revisar que no haya polizones en tus dientes. Demoras unos cuantos segundos y continúas tu andar en busca de unos zapatos nuevos…
La escena tal vez te suene familiar y la hayas vivido muchas veces. Todos lo hemos hecho. Somos de los pocos seres vivos con la capacidad de reconocer nuestro reflejo y cuando se presenta una oportunidad, la aprovechamos. Los espejos están en nuestra vida diaria y son nuestros aliados para peinarnos, maquillarnos, afeitarnos, etc. Nos miramos en ellos varias veces al día. Las investigaciones y encuestas sugieren que entre 10 y 30.
Sin embargo, hay personas que rebasan esas medias y necesitan hacerlo muchas veces al día, siempre fijando su atención en algún «defecto». Son víctimas de la captotrofilia, obsesión con mirarse constantemente en un espejo o en cualquier superficie reflectora.
La captotrofilia es común en personas con niveles elevados de autoexigencia que quieren alcanzar la «perfección» física. Viven buscándose «defectos» y dedican sus esfuerzos a corregirlos. Cuando lo logran, encuentran uno nuevo con el cual obsesionarse. Este círculo vicioso les provoca ansiedad e insatisfacción crónica.
En muchos casos, la captotrofilia lleva a la persona a someterse a dietas rigurosas, extenuantes sesiones en el gimnasio, tratamientos cosméticos y cirugías. En los más graves puede dar pie a trastornos como anorexia,vigorexia, ortorexia, o el dismórfico corporal. Aunque podría pensarse que es exclusiva de las mujeres, existen muchos hombres que la padecen.
La psicoterapia puede ser un gran apoyo para las personas con captotrofilia, ya que puede ayudarles a encontrar la raíz de esa conducta y a desarrollar herramientas que les ayuden a controlarla. Si conoces alguien que la padezca, recomiéndale que busque ayuda profesional.