Todo marcha de maravilla, están en plena acción y de repente, sin más…pierdes la erección. ¿Qué pasó? 

La pérdida súbita de la erección sin una razón aparente, que en el argot popular es conocida como gatillazo, es una situación que puede afectar a un hombre en cualquier momento (la estadísticas señalan que el 50% de los hombres presentará algún problema de erección transitorio a lo largo de su vida). Es normal que antes y durante la penetración, se presenten cambios en la firmeza de la erección. Si se da de forma esporádica, es solo una alteración eréctil que no se considera disfunción. Pero, ¿por qué sucede?

En muchos casos puede deberse a un descenso en la producción de testosterona (hormona sexual masculina) o al abuso en el consumo de alcohol, tabaco o algunos medicamentos. Los nervios, el estrés y el cansancio también pueden jugar un papel importante. Las razones físicas pueden incluir bloqueo de algunas arterias, daño en los nervios del pene o en los vasos sanguíneos. En algunas ocasiones también puede ser ocasionado por la falta de estímulos necesarios para alcanzar la excitación.

¿Qué hacer para evitar el gatillazo?

Relájate, fortalécete y aprende a disfrutar.

La falsa creencia que señala que los varones son máquinas sexuales, provoca que muchos de ellos experimenten una gran ansiedad frente al sexo¿Y si fallo? ¿Y si no lo hago bien? ¿Y si se decepciona? Todos estos cuestionamientos pueden jugar en su contra y hacer que efectivamente, el encuentro no marche sobre ruedas. Si este tipo de presión esta afectando tu vida sexual, lo ideal es que experimentes con técnicas de relajación para aprender a disfrutar más sin exigirte tanto.

Los ejercicios de Kegel también pueden ayudarte a fortalecer la zona del suelo pélvico y lograr mayor control sobre tus erecciones. Practícalos con regularidad y pronto verás los resultados. Tu vida sexual te lo agradecerá.

¿Qué hacer si le pasa a tu chico? 

Es importante que le hagas sentir que no pasa nada y que el encuentro puede continuar (la penetración no lo es todo en esta vida). No juegues a la protagonista y pienses que tú eres la responsable o peor aún, comiences con la batería de preguntas, ¿soy yo? ¿ya no te gusto? ¿qué hice mal? porque eso solo acrecentará la tensión. Mejor ayúdale a relajarse, acaríciale y busquen la forma de divertirse a pesar de lo sucedido. ¡Utilicen la imaginación! (y las manos).