El trabajo, el jefe, el no llegar a fin de mes, el no tener todo a tiempo o las obligaciones que se acumulan dentro de la familia, son demasiados estados de alerta percibidos como peligrosos. Esto hace que cuando algunos padres regresan a casa reaccionen desproporcionadamente ante una travesura de sus hijos. Algunos sólo llegan a los gritos, pero otros van del maltrato psicológico al maltrato físico.

Excusas injustificables como “no paraba de llorar”, “desordenó toda la casa” o “rompió una ventana con la pelota”, son usadas con la policía para “justificar” arrebatos de agresividad en contra de los menores. Comentarios agresivos que muchas veces se dicen sin pensarlo, como “pareces tonto” o “no sirves para nada”, afectan profundamente en el desarrollo de la autoestima de los hijos. Así que hay que prestar mucha atención a lo que le decimos, las pequeñas cosas son las que los acompañan durante toda su vida. Así que deja el estrés y la ansiedad a un lado y ¡disfruta de ellos!