Seguro que has escuchado hablar muchísimo de la depresión, a veces con información veraz y otras porque nos referimos a la depresión como un estado de desanimo, sin llegar a entender la profundidad de lo que decimos o insinuamos. No se nos puede olvidar que la depresión es una enfermedad y, como en muchas otras, la persona que la padece necesita de ayuda profesional y esto es muy importante. Al igual que a un diabético no se nos ocurre decirle que depende sólo de él curarse, sino que entendemos que tiene que ir al médico, que necesita fármacos y otro tipo de apoyo, tampoco se lo podemos decir a quien padece depresión, ¡recuérdalo! El pronóstico o evolución de la depresión será más positivo cuanto antes se pida ayuda, de lo contrario, es muy difícil salir de ella. Cada vez hay más datos que prueban cómo el hipocampo y el córtex prefrontal del cerebro de los pacientes con depresión se hacen más pequeños. 

La depresión también desequilibra químicamente nuestro cerebro, nos desbalancea los químicos encargados de proporcionarnos la energía y la motivación para desarrollar las actividades más rutinarias; afectando desde los patrones del sueño y apetito hasta tener la energía para darse una ducha… ¿Te suena esta situación?

Para entenderlo mejor, el estado de ánimo depende en parte de una serie de sustancias químicas que se encuentran en el cerebro, los llamados neurotransmisores. ¿Habías escuchado hablar de ellos? Si estos neurotransmisores no están en los niveles adecuados es cuando dejamos de sentir placer por las cosas, cuando no tenemos energía para llevar a cabo nuestras rutinas cotidianas y cuando la visión del mundo se vuelve mucho más pesimista de lo que realmente es. Ahí es cuando consecuentemente nuestro estado de ánimo cae en picado.

Esa incapacidad de la que hablamos para sentir placer y de no poder disfrutar nada, unida a la falta de energía, hacen que la persona se aísle cada vez más y más hasta caer en un círculo vicioso del que se hace muy difícil escapar. El dolor de esa persona va en aumento, cada vez lo ve todo más negativo y le cuesta cada vez más esfuerzo realizar sus actividades más cotidianas, superar su día a día. El sufrimiento de una persona que padece depresión puede llegar a tal grado, que vea el suicidio como la única puerta de escape para acabar con él, como única solución para terminar con todo.